lunes, 30 de julio de 2007

¿Qué es el Rakú?, en cinco puntos.
Introducción de la obra bizcochada en las cubetas de reducción.

Limpieza de la obra tras haber sido enfriada en el agua.


Reducción localizada de la obra: otra técnica.

1.- Introducción Histórica:

La forma de Rakú que ha llegado hoy en día hasta nosotros, está muy occidentalizada y ha perdido mucho en cuanto a la filosofía y estilo que tanto aprecian los japoneses. ¡Que le vamos a hacer!, la vida continua, todo evoluciona, no es malo, es nuestra manera de crecer, pero es conveniente tener en cuenta nuestro pasado entendiendo como nuestro a lo que al ser humano se refiere. Por otra parte, el mismo Rakú, fue fruto de una evolución en su tiempo y este probablemente no habría llegado hasta nuestro días sino fuera por su elección por los maestros de la ceremonia del te, justamente por la sencillez de sus formas.

En los occidentales siempre ha sido una constante el mirar hacia Oriente para poder encontrar las raíces que le unen con la naturaleza. Desde el siglo XIX, el artista occidental se ha interesado de una manera especial por el arte de Japón y China y ha reflejado este interés en sus obras. El Rakú es fruto de estos escarceos formales y conceptuales con Extremo oriente.

En lo referente a los orígenes del rakú, hay diversas teorías un tanto confusas al igual que en lo que a su significado se refiere. Se podría decir que el origen del Rakú se basa en la realización de un cuenco para la ceremonia del té. El término Rakú proviene de “Jurakudai”, nombre de un palacio construido por Hideyoshi, que fue uno de los símbolos de su tiempo. Chójiró adopto el termino por tratarse de piezas cerámicas hechas exclusivamente para el palacio Juraku, (ju-raku) y no por tener un significado de “deleite”, “ “comodidad” o “felicidad”; dadas las interpretaciones poco exactas que se tienen del tema, conviene poner cierto énfasis en este punto. Rakú se convirtió entonces en el nombre de la familia que producía este tipo de cerámicas.

El descubrimiento y desarrollo de la cerámica Rakú se debe a Chójiró, la primera generación de esta familia de ceramistas, durante el periodo Momoyama, a finales del siglo XVI. Durante este periodo, se producía en las zonas que rodean Kyoto una cerámica esmaltada tricolor, inspirada en las técnicas de la región china de Fujian ya que al parecer el padre de Chójiró era originario de china y fue el responsable de introducir la técnica de la cerámica esmaltada tricolor. Algunos autores (Piepemburg) atribuyen sin embargo al padre de Chójiró un origen coreano, aunque la evidente influencia de China sobre Corea y Japón, así como el flujo de información y emigración, no ayudan mucho en la labor de diferenciar claramente sus orígenes. Yo creo que todos llevan razón, ya que parece ser que en este periodo de la historia corea estaba dominada por china, así que todo quedaba en casa.

Fue solamente después de que Chójiró entrara en contacto con la ceremonia del té y comenzara a hacer cuencos para su consumo y ceremonial cuando el nacimiento de la cerámica Rakú tuvo lugar.

Los maestros del té del periodo Momoyama convirtieron la sencilla costumbre de beber té en algo tan complejo como la ceremonia del mismo, sintetizando otras actividades artísticas, como la arquitectura, el diseño de jardines, la artesanía, la pintura y la caligrafía, además de cultivar una toma de consciencia filosófica y religiosa que trascendía la realidad cotidiana.

Existen muy pocas familias que hayan sobrevivido en una línea ininterrumpida, generación tras generación, como lo ha hecho la familia Rakú y sus piezas son consideradas como parte del Tesoro Nacional y tienen un valor incalculable.

Existe una curiosa teoría sobre el descubrimiento del Rakú por parte de Chojiro,: tras un desastre natural ocurrido en Japón, ya sabéis que siempre están liados con los terremotos, fueron llamados numerosos ceramistas coreanos para ayudar en la construcción de las casas; uno de ellos fue Chojiro, que emigró junto a su padre Ameyra. Como no daban abasto con la producción, comenzaron a sacar las piezas cada vez más calientes ayudándose con pinzas; así descubrieron que soportaban muy bien el choque térmico, la mala combustión de los hornos que utilizaban, haría el resto. Existe otra versión parecida pero con tazas en lugar de tejas, parece ser que Chojiro no daba abasto con la demanda de las mismas.

Sen-no-Rikyu, gran maestro de la ceremonia del te en kyoto, tomo como protegido a Chojiro y este triunfo. Rikyu supervisó toda la obra de Chojiro, por lo que se puede decir que este fue el autor intelectual de la obra de Chojiro.

Los colores que originariamente se utilizaron para el Rakú, fuero el negro (Kuro-Rakú) y el rojo (Aka-Raku), más adelante, comenzó a utilizarse el color blanco (Shiro-Raku).

El Raku negro, se obtenía de una piedra del río Kamo que sostenía altos porcentajes de sílice, manganeso y hierro. Todos estos elementos, eran molidos con compuestos de plomo, logrando así un esmalte.

El Raku rojo, se lograba con un engobe rico en hierro cubierto con un esmalte de plomo. Originalmente, se utilizaban distintos hornos para hacer los negros y los rojos.

En cuanto a las formas de estos cuencos, deben mostrar firmeza, equilibrio y una determinada textura agradable al tacto y al contacto con los labios. Las formas son redondas, no poseen asas, ya que el cuenco debe ser ofrecido y tomado con ambas manos.


2. - Técnica del Rakú:

La técnica del rakú, se ha adaptado y desarrollado en occidente hasta abarcar diversos métodos de cocción. Por regla general, es una cocción de loza a baja temperatura, con un ciclo de cocción rápido. Las piezas se extraen con tenazas del horno al rojo vivo y, mientras están aun calientes, pueden tratarse de muchas maneras. A menudo, se entierran en serrín u otro material combustible, o se sumergen directamente en agua. La cocción de rakú es atractiva por sus rápidos resultados y parece infringir todas las normas. Como es un proceso directo, que pone al alfarero en estrecho contacto con el fuego y sus efectos sobre la arcilla, posee una fascinación única y ofrece una experiencia de aprendizaje tremenda.

2.1. - Cuerpos de arcilla para Rakú:

La pasta, es uno de los elementos fundamentales para el éxito de una quema de Raku, por lo que deberá soportar el choque térmico a que será sometida durante la misma.

La arcilla, se dilata rápidamente por efecto de la temperatura a la que es expuesta al ser introducida en el horno caliente y se contrae con igual rapidez al ser retirada del mismo. Por este motivo una pasta con un gran índice de contracción y dilatación pueden provocar grietas durante el desarrollo del proceso de cocción o reducción. Por tanto la arcilla idónea para ser utilizada en la cochura de Raku, será obviamente, aquella que no se rompa.

Dos elementos son fundamentales para ayudar a que una pasta resulte resistente al cambio brusco de temperatura: la camota y el talco industrial (silicato de magnesio). La camota, le quita capacidad de absorción de agua a la cerámica, disminuyendo el índice de contracción y dilatación. La camota ideal, sería la procedente de la molienda de ladrillos y placas refractarias y se incluirá en porcentajes que oscilaran entre un 10% y un 30%, también podremos utilizar arena calcinada para eliminar impurezas y restos calcáreos.

El talco, nos brinda un lento y parejo coeficiente de dilatación, su porcentaje ideal para no quitar plasticidad a la arcilla es de un 10%.

Las pastas de gres bizcochadas a 950º, resultan muy seguras para el Rakú, ya que al ser bizcochadas por debajo de su punto de fusión, mantienen el poro abierto, acomodándose mejor durante el choque térmico.

Fórmulas:

Pasta blanca: Pasta roja:

Arcilla 70% Arcilla roja 70%
Cuarzo 20% Cuarzo 20%
Feldespato 10% Feldespato 10%
Camota 10/30% Chamota 10/30%
Talco 10% Talco 10%

2.2. - Formas adecuadas para el Rakú:

Las formas que menos probabilidades tienen de agrietarse:

n No son demasiado gruesas.
n Tienen un grosor uniforme en toda su extensión.
n No tienen junturas.
n No son del todo planas; las formas curvas son más resistentes.
n Están diseñadas para retirarse comodamente con unas tenazas.

Las piezas moldeadas por vaciado de barbotina, aunque a menudo están hechas con una arcilla homogénea, son por lo tanto una buena elección, debido a su grosor uniforme.

Las caras de arcilla que se quedan sin vidriar se ponen de color negro satinado si se cuecen en reducción, o conservan el color natural de la arcilla cocida a bizcocho si se oxidan. El color de la arcilla se ve hasta cierto punto a través de un vidriado transparente o aplicado en una capa fina, y la arcilla de alfarero blanca tiende a ofrecer una base más brillante para los colores.


2.3. - Hornos:

El horno eléctrico no es adecuado para el rakú y, en otro tiempo, el único método valido era construirlo uno mismo. A menudo se usaba carbón o madera y los hornos siempre se ubicaban al aire libre. Gracias a los materiales modernos como la fibra cerámica y los ladrillos aislantes para altas temperaturas, ahora es posible adquirir un horno según las especificaciones del comprador. Debido a su ligereza y portabilidad, tales hornos pueden utilizarse en interiores, siempre que haya extractores adecuados. El gas en bombonas es el combustible más utilizado, por ser el más cómodo.

2.3.1.- Cocción:

Es útil para evitar el agrietamiento que las piezas se calienten antes de la cocción, (se recomienda que estén bizcochadas). Las piezas más grandes pueden prepararse en un horno más frío y cocerse más lentamente que las pequeñas. Después de la primera cocción, cuando el horno está caliente, se puede volver a alcanzar su temperatura en unos 30 minutos. Esto, naturalmente, depende del diseño del horno y de su eficacia; un buen aislamiento y un quemador eficaz son una ayuda.

2.3.2.- Tipos de atmósfera de cocción:

La atmósfera de cocción es o bien oxidante, o bien reductora. La cocción en horno eléctrico siempre es medianamente oxidante, y aunque pueden introducirse ciertos productos durante la cocción para inducir una atmósfera reductora, es probable que ello acorte la vida de los elementos. Por eso, normalmente se utiliza un horno que quema combustible - para la cocción reductora.

El aporte de oxígeno en la cámara de cocción puede restringiese por:

n La introducción de más combustible para aumentar el ratio del carbono.
n La disminución del aporte de IRE.
n Literalmente apagando el fuego.
n En el caso del Rakú a través del humo en las cubetas.

La atmósfera de oxidación es aquella en la que todas sus moléculas en el barro y el esmalte, tienen la oportunidad de captar tantas moléculas de oxígeno como necesiten con objeto de completar las reacciones químicas, (algunos ceramistas la conocen como cocción completa). En la cocción oxidante hay una corriente de aire constante en la cámara de combustión, de modo que el combustible se quema del todo.

En la cocción reductora, la entrada de aire está restringida y parte del combustible se queda sin quemar. La teoría de la cocción reductora es sencilla. Cuando un combustible tal como el gas, el petróleo o la leña se quema, el contenido en carbono del combustible o monóxido de carbono, se combina con el oxígeno del aire, produciendo la reacción química de combustión y los productos de esta reacción son el calor y el bióxido de carbono. La ecuación química de la combustión es:

C + 2 O = CO2 + calor

Si durante la combustión no hay presente suficiente oxígeno, se desprende algún carbono libre (el familiar humo negro que sale por la chimenea) así como monóxido de carbono CO. A la elevada temperatura del horno, el monóxido de carbono es químicamente activo y puede tomar oxígeno de cualquier fuente disponible, incluyendo algunos de los óxidos de los materiales cerámicos y esmaltes. Puede considerarse como si el carbono tuviese hambre de oxígeno. Cuando los materiales cerámicos se privan de algo de su oxígeno se dice que se reducen. Esta disminución del contenido de oxígeno en el material, afecta a su color.

Los óxidos más afectados son los de hierro y cobre. Las formas de óxidos de hierro y cobre bajas en oxígeno (reducidas) presentan colores distintos de las obtenidas con una cocción oxidante, llegando incluso a metalizarse.


3.- Variantes de la técnica de Rákú:

3.1.- Cocción de Rakú Reductora:

La cocción al rakú reductora es una técnica en la que hay muchas facetas e interpretaciones personales, y los ceramistas desarrollan sus propios métodos para alcanzar el éxito según los efectos deseados. Lo más frecuente es que las piezas cocidas al rakú se sometan a una “reducción postcocción”. Reducción es un término que se encuentra con frecuencia en cerámica y que explicaremos más adelante.

Básicamente, se produce por la combustión incompleta del combustible, propiciado por la exclusión del aire, y el resultado son colores y efectos particulares en la arcilla y los vidriados.


Las piezas cocidas al rakú se reducen retirándolos del horno cuando el vidriado está totalmente fundido (en general a aproximadamente 1000 ºC) y enterrados en un material combustible como serrín, virutas de madera, hojas secas, paja o papel rasgado a tiras. Existen muchas variantes de la demostración expuesta aquí. A veces se deja enfriar un poco la pieza antes de ponerla en contacto con el serrín, para que el vidriado empiece a solidificarse.

Este enfriamiento rápido al aire libre, o rociándolo con un poco de agua, puede estimular el efecto de craquelado. La reducción puede controlarse de modo que sea fuerte (excluyendo todo el oxígeno posible) o suave (permitiendo una oxidación parcial). Uno de los mayores problemas de la reducción del rakú es la cantidad de humo que genera, por lo que conviene ir con cuidado.


3.2.- Cocción de Rakú Oxidada:

Si bien la mayoría de técnicas de rakú implican cierto grado de reducción, no se trata de una regla general. Para que una cocción de rakú sea oxidante tendremos que sacar nuestra obra del horno para que se enfríe de forma natural, lo cual puede ser deseable para piezas grandes o delicadas. Mientras que algunas características del rakú no se desarrollan con la cocción oxidante, aun así es una interesante manera de utilizar vidriados a baja temperatura, y el craquelado del vidriado es inevitable.

3.3.- Rakú Vidriado:

El Rakú vidriado se caracteriza por un acusado craquelado, teñido de negro por el carbono si la obra se somete a reducción. El craquelado se crea en parte por el rápido calentamiento y enfriamiento de la pieza, y se acentúa por el hecho de que el vidriado - a menudo hecho de frita alcalina - es probable que no le vaya muy bien al cuerpo. Es susceptible de descascarillarse y la obra sigue siendo casi siempre porosa, por lo que se considera no funcional.


3.3.1.- Craquelado:

Un vidriado de base alcalina con adición de colores producirá un matizado turquesa craquelado. El mismo vidriado con adición de un 5-10 % de óxido de estaño, tendrá como resultado un blanco que además presentará un craquelado, aunque no sea evidente de forma inmediata. Para resaltar el craquelado, la pieza debe sumergirse en tinte para telas en agua fría. Siendo poroso, absorberá el tinte y el resultado será un interesante craquelado de colores. La tinta china también es un buen medio para destacar el craquelado.


Los vidriados para rakú pueden adquirirse o mezclarse. Uno de los colores más espectaculares que se consiguen, es un bronceado, causado por el cobre en una atmósfera reductora. Se usa nitrato de plata para los amarillos y dorados, y cloruro de cobre o sulfato de cobre para el turquesa. Muchos de estos productos químicos son peligrosos y es esencial extremar las precauciones al manipularlos y al tratar con los vapores que emiten en el horno.


3.4.- Rakú desnudo:

Este método consiste en realizar una reserva de barbotina con ahumado, también es conocido como rakú sin ahumar, porque el humo puede ser mínimo. Utiliza el efecto decorativo producido por el humo. A una temperatura de 400-600 ºC, la obra se saca del horno con tenazas o guantes resistentes al calor y se deposita en algún tipo de cámara reductora. La pieza puede dejarse sobre periódico o en un recipiente con serrín, lo que sea la fuente del humo. Siempre que quede atrapado dentro, su efecto puede abarcar desde ser espectacular a etéreo. La reserva utilizada por este método es barbotina, que no se adhiere permanentemente a una superficie cocida a temperatura de bizcocho, pero se mantiene en su sitio el tiempo suficiente para actuar como reserva contra el humo. Dibujando a través de la barbotina se crean canales, que se convierten en líneas negras positivas tras el ahumado. Con este método, son posibles incontables variantes.

3.5.- Rakú ahumado, efectos de terciopelo.

El concepto de rakú ahumado se refiere al uso de óxido de cobre y una cocción a baja temperatura para crear colores sorprendentes en la superficie de la arcilla. El cobre suele mezclarse con un fundente y a menudo contiene un agente como goma arábiga, cola de empapelar o cola de acetato de polivinilo para proteger la superficie de las desconchaduras. La mezcla se pinta o pulveriza sobre bizcochos. Las piezas se sacan del horno a 929 - 1000 ºC y, en lugar de templarlas con agua o someterlas a reducción, se depositan sobre un lecho de serrín u otro material combustible. No tiene que ser una gran cantidad, solo lo suficiente para prenderse cuando se colocan encima las piezas calientes. Unas gotas de disolvente para pintura salpicadas previamente encima del serrín facilitan la ignición, de modo que unas cuantas llamas lamen el contorno de los cacharros y crean interesantes patrones. El calor se conserva con una tapa y el ahumado se produce en el interior de la cámara.

El ahumado es otra técnica que los ceramistas pueden adaptar a sus necesidades individuales, e incluso la menor alteración en el método puede provocar una enorme diferencia en el resultado.


4.- Salud y seguridad:

Las reglas generales para cualquier operación cerámica son validas para el rakú, pero además, deberán ser tenidas en cuenta las siguientes:

n No utilice nunca ningún tipo de disolvente inflamable con una temperatura de ignición baja (como alcoholes metilados) cerca del horno o las cámaras reductoras).
n Use siempre guantes de fundición cuando trabaje con el horno caliente y calzado protector adecuado, no sandalias. Recójase el cabello y tenga cuidado con la ropa holgada.
n Para realizar cualquier actividad similar al rakú, se recomienda usar una careta protectora.
n Tenga cuidado con la inhalación de humo y reduzca este al mínimo.
n Recuerde que aunque las piezas quizás no estén al rojo vivo, pueden estar lo bastante calientes para causar quemaduras graves. Piense antes de tocar.
n cuando las piezas se sumergen en un cubo de serrín con la tapa en su sitio, es peligroso levantar la tapa y dejar entrar oxígeno en el cubo hasta que todo se ha enfriado. Una entrada repentina de aire puede provocar una explosión y llamas inesperadas. Ciertos tipos de serrín o virutas proceden de madera tratada con conservantes y pueden llamear de una manera alarmante.


5.- Conclusión:

El Rakú es únicamente una técnica decorativa; la temperatura es tan baja que las vasijas no retienen el agua, y el temor al desarrollo de bacterias en el poroso cuerpo cerámico hace que se evite evite poner comida en los contenedores de rakú. La calidad imprevisible de loa cocción, la hace experimental y divertida.

“El Rakú siempre ha sido muy vivencial y muy experimental al mismo tiempo. Las experiencias son tanto internas como externas; la interrelación entre el hombre, el material y el proceso, permiten en ocasiones el nacimiento de una pieza de singular belleza, y esto es bueno. Pero lo que une al ceramista con el rakú no es una pieza acabada, igual que un hijo no es lo único que une a un hombre y una mujer en la pareja. Es la experiencia que acompaña y transforma, que sirve como un continuo lazo de unión. Una poderosa fuerza que puede crear algo completamente nuevo, y que actúa como una expresión artística y una forma de vida todo al mismo tiempo”.

Robert Piepenburg.

Más información: Aula de Cerámica: Parramón; Esmaltes; pag. 44 y 45

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